Todavía en algunas empresas “lo laboral” es un número. Una cifra para calcular la productividad o el total de la planilla laboral (headcount) o un monto para asignar una contingencia al reclamo de un trabajador. Hay lugares donde “lo laboral” significa contar con los mejores cerebros para obtener el mejor valor para los inversionistas con los menores costos cada año y tener a los mejores laboralistas litigantes para reducir el costo de las contingencias.
También lugares donde los gerentes claves tienen los mejores sueldos del mercado y un portafolio de beneficios envidiables mientras el resto de trabajadores deben estar máximo en el promedio del mercado salarial y hasta con una saludable rotación forzada (para reducir la conflictividad del personal estable).
En este contexto, de pronto, ocurre un lamentable accidente fatal muriendo un trabajador de un contratista y el CEO termina en la cárcel por la ausencia de mínimas condiciones de seguridad y salud a favor de la “eficiencia” de costos. O de pronto se revela en un programa televisivo un escándalo de corrupción de algunos empleados pero que implican a todo el comité directivo por la falta de una efectiva política de compliance. Asimismo, un buen número de jóvenes, el mejor talento, se retira por maltratos constantes permitidos por un gerente comercial que la “rompe” en ventas pero que destroza a las personas en el trato.
También ha pasado que se forma un sindicato o existe una masiva afiliación por abusos e injusticias cometidos por jefes, pero que no llegan a la alta dirección. Ocurren plantones y paralizaciones por aumentos de sueldos y mejores mínimas en el trato al personal. Muchas veces los trabajadores no confían en los canales de denuncias ni en los superiores de los jefes maltratadores y suelen recurrir por ello a la presión sindical.
Las redes sociales, ese mural global de denuncias, se convierte en la vitrina para las denuncias contra las empresas y directivos representativos. Hay una “personificación” de las denuncias y, cada vez más, éstas ponen el foco en los nombres -y rostros- de los altos directivos aunque, quizás, no tengan alguna responsabilidad. Una trabajadora comparte que está aburrida, un vendedor denuncia que su jefe lo trata como un animal, un trabajador comparte una foto de un roedor merodeando en la planta o un analista graba a su jefe maltratándolo. Todo esto son ejemplos reales de la mediatización de “lo laboral”.
Sin embargo, “lo laboral” significa “sostenibilidad” para las empresas por tres razones centrales. Primero, la productividad y rentabilidad de las organizaciones depende del clima laboral y compromiso de los trabajadores así como del respeto de las normas laborales. La regulación laboral no cambiará. Seguirá siendo no aliada de la flexibilidad que una empresa desearía. Pero las mejores empresas para trabajar son aquellas que cumplen las normas por su sistema de compliance, por su compromiso con los trabajadores y, evidentemente, por el respeto que se merecen éstos.
Lo segundo es que la mala gestión laboral representa un riesgo operativo y reputacional. Las huelgas, los boicots, la falta de compromiso para la “milla extra” o las denuncias en redes sociales, simplemente impactan en el negocio, en la marca empleadora y la atracción y retención de los mejores talentos.
Bienestar es la tercera línea de actuación. El costo oculto de la desatención en la “persona” del trabajador tiene que ver con la falta de compromiso, inseguridad emocional, ausencia de innovación, salidas y enfermedades mentales. Siempre hay conflictos laborales en todas las empresas. Solo los planes de bienestar integral pueden atenuarlos y hasta evitarlos.
Entonces, “lo Laboral” debe ser una estrategia prioritaria de cualquier negocio. Proactividad para anticipar los micro conflictos laborales, tener un plan estratégico co-creado con todos los jefes, la formación y evaluación a líderes en habilidades laborales son los ejes para que las empresas vinculen el bienestar laboral a la sostenibilidad de los negocios.
“Lo Laboral” debe ser la mejor inversión de las organizaciones. En mi práctica profesional un rasgo esencial que caracteriza a las mejores empresas tiene que ver con la preocupación y actuación genuina de lo laboral.