Reducción de la jornada laboral en Perú
El debate sobre flexibilizar algunas condiciones del trabajo (lugar de prestación del servicio, jornada laboral y otros) es un tema aún en discusión. Por ejemplo, tras casi cinco años luego que la pandemia nos llevara a la aplicación masiva del trabajo remoto, hoy se cuestiona su real eficacia. Y en cuanto a la reducción de la jornada laboral, mientras algunos países de la región ya implementan reformas para acortar las horas de trabajo (Chile, Colombia) y otros comienzan a explorar esta opción (México y Perú), no cabe duda que tendremos un extenso debate sobre sus reales beneficios y desafíos.
Y, aunque la idea de reducir la jornada es tentadora en tanto como principio base busca mejorar el bienestar general de los empleados, también existen factores o consecuencias potenciales que deben ser analizados antes de implementar este cambio drástico en la estructura laboral.
A continuación, exploraremos los tres principales pros y contras de esta tendencia global.
Los pros:
- Mejora el bienestar y productividad: Las iniciativas pioneras en este tema han evidenciado que una jornada más corta puede generar un aumento en la productividad, evitando el desgaste extremo relacionado con las extensas jornadas de trabajo. Esto se debe a que los colaboradores, al contar con más tiempo para descansar y desconectar, se sienten más motivados y menos propensos al agotamiento y tienden a ser más productivos en las horas que realmente están en el trabajo. Esto además atrae talento en especial de las generaciones más jóvenes del mercado laboral.
- Mayor equidad y conciliación familiar: La reducción de la jornada ofrece un alivio para los colaboradores, especialmente para las mujeres que, por lo general, tienen la carga de trabajo en casa o son las responsables de hogares monoparentales. Tener más tiempo libre puede permitirles dedicar más tiempo a la familia o mejorar su calidad de vida en general. Además, posibilita el acceso al empleo de colectivos que hoy, por el impacto de otras obligaciones, son excluidos por su imposibilidad de trabajar en jornadas de 48 horas.
- Disminución de rotación y ausentismo: Uno de los principales resultados de las iniciativas implementadas es que la disminución del agotamiento laboral impactó en la reducción de los índices de rotación y ausencias por temas médicos vinculados con el estrés o enfermedades laborales, lo que es beneficioso para las empresas en términos de costos, retención de talento y productividad.
Los contras:
- Aumento de los costos laborales: Reducir las horas de trabajo no es una medida que se agota en la búsqueda de eficiencias, sino que podría implicar el incremento significativo de costos. Para mantener el nivel de producción sería necesario contratar más personal, lo que genera un incremento en el presupuesto para salarios, en los costos operativos e incluso de formación, convirtiéndose así en una barrera para las empresas que luchan por mantenerse en el mercado.
- Pérdida de competitividad en mercados internacionales: En sectores donde los costos son un factor crítico de contratación en mercados internacionales, reducir las horas de trabajo podría poner a las empresas en una posición desfavorable frente a competidores globales que operan con jornadas laborales más flexibles, convirtiéndose la reducción de la jornada en un factor de pérdida de competitividad.
- Riesgo de aumento de la precarización del empleo: Si bien una jornada laboral reducida podría parecer una solución flexible, en un contexto de alta informalidad (como es el caso de Perú), podría llevar a un incremento de esta situación, y como sabemos la precarización de las relaciones laborales no viene acompañada de beneficios adecuados ni de estabilidad e incrementa la inseguridad laboral.
Conclusiones
De lo expuesto queda claro que buscar mediante la reducción de la jornada el equilibrio entre aumentar el bienestar de los trabajadores -en términos de mejorar su calidad de vida, conciliación familiar, etc- sin sacrificar la productividad o incluso aumentando la competitividad de la organización acorde con las exigencias del mercado globalizado, es una tarea con desafíos significativos.
Sin duda, la reducción de la jornada es un tema que seguirá siendo materia de debate y su viabilidad dependerá en gran medida del contexto económico de cada país, del tipo de industria, del tamaño de las empresas, así como de la disposición y madurez cultural de cada organización (los líderes y los trabajadores) de mantener su real compromiso con los objetivos de competitividad y productividad planteados.